viernes, 8 de septiembre de 2017

La Bakaladera


   Aunque hay algunas lagunas, debidas a la edad, también recuerdo la época de blanco y negro en la que me tocó vivir.
   Cuando las bacaladeras eran especie de herramientas para cortar el bacalao, y no después, cuando se inventaron las maquinitas esas en las que metes la tarjeta del banco y te sacan los ojos.
   Pues bien, recuerdo una de las tiendas que había en mi calle, y calles aledañas. Antes de pasar a llamarse Ahorramás, era la tienda de Cá Emilio.
   Decía tu madre vete a ca Emilio y compras el pan.
   En Casa de Emilio, siempre le recordaré con la bacaladera.
   No como las bacaladeras de ahora, que solo y exclusivamente te sacan el dinero, sino con una de verdad.
   Hay que ver cómo cortaba el bacalao ese hombre...
   Después de cerrar la tienda hará más de veinte años, y los que la cogieron después ( he dicho la marca antes, y ya me da un poco de pereza ), también cerraron, y ahora son pisos.
   Le vi el año pasado y le saludé. Claro el hombre no se acordaba de mí después de tantos años.
   Le dije que a mí me llamaban el Juanín, y que era hijo de la señora Pilar, y se acordó de mí.
   Fue memorable. Incluso tengo yo mas canas que él.

Pongamos que hablo de Madrid


   Hoy tengo que reconocer que ha sido un día bastante ajetreado.  Por la mañana, he ido a sacarme un certificado de penales ¿?. Hacía desde más de 30 años que no iba a eso.
   Ahora parece ser que está de moda, porque había más gente en la cola, que en la guerra.
   Después de sacarme dicho certificado, tenía tiempo libre. Todo el tiempo libre del que puede disponer una persona parada…
   Y ya que estaba en Sol, se me ha ocurrido dar una vuelta. Lo primero que he hecho ha sido devengar por la calle Arenal, viendo a todos y cada uno de los personajes y personajas que pululan por allí.
   Me han hecho gracia unos niños. Niños que debían ir con su abuela, y cuando al personaje que va vestido de almirante pero sin cabeza, la niña se descojonaba, a la vez que le daba miedo. El niño era mas
tranquilo, quizás porque era un poco mas mayor.
    He decidido avanzar un tanto. Pasando la Joy Eslava ( para quien no la conozca, es una discoteca de pijos ), he llegado a la plaza donde está el Teatro Real.
    Me he sentado en un banco, donde había sombra, porque el calor de septiembre, aún jode lo bastante como para no salir a la calle. Y resulta que he oído al Sabina.
Sabina no tenía ningún parecido físico con el menda que estaba cantando, pero sonaba igual.
   Nunca he escuchado a nadie cantando igual que él, pero este tío cantaba igual, con sus canciones, pero esa voz desgarrada era prácticamente igual. Me ha encantado.
   Después me he ido a Discos Killers, porque me encanta ver a los grupos que tienen en el escaparate.
Los Rolling, Los Ramones, Los Kiss… Incluso las guitarras en pequeño de Angus Young, o de Brian May.
   Total, que he visto un cartel, en la tienda, de que compraban discos de vinilo.
   He decidido entrar y preguntar al colega, que cuánto me darían por mis más de cien discos.
   Me ha dicho que primero los tiene que ver y comprobar y que los que están chungos, me da un euro por ellos.
   Un euro ¿?. Ninguno de mis discos lo venderé por esa ridiculez de dinero.
   Después , tenía una sed imposible de cercenar si no era con una Mahou.
   He pasado por un KFC, y no he pedido pollo ni pollas en vinagre.
   Una Mahou eso sí, de las verdes porque no tenían rojas, y me ha sentado como de puta madre.
   Total, que han venido dos personas mayores -extranjeros- y habiendo dos mesas libres, se han sentado conmigo.
   El tío me ha preguntado con gestos que si la cerveza la había pedido allí.
   Sí, le he dicho, mientras me fumaba mi cigarro, mejor dicho mi purito.
   Ha traído una bandeja de patatas y unos cacharros de pollo, con los cuales su mujer se ha puesto hasta el culo.
   He decidido irme de Sol, y he puesto paso firme a mi dura realidad.