Voy a la ducha, y por medio de mi móvil de penúltima generación ( yo no soy de los
capullos que se tiran 24 horas esperando en la puerta de la tienda, para comprar el enésimo Ipad ) pongo a Sus Satánicas Majestades, con el
disco Tattoo y se me aparecen imágenes de 1982.
Mientras que el champú corre por mi cabeza,
automáticamente me viene a la cabeza un ex-yonky llamado Paco. Paco del Río. Y
digo ex, porque ya murió.
¡ Cómo flipaba con
los Stones !. Fue a verlos al Calderón y todas sus expectativas se vieron
cumplidas.
Otro figura, era El Chorra. Este era más de
Janis. Mientras nosotros estábamos con AC/DC en el cassette mono que tenía el
Isidrito, el Chorra decía que le pusiéramos a Janis, mientras ellos se
enchufaban el caballo desbocado que les dio la muerte.
También estaba en esas batallas El Rupi.
Otro personaje adelantado a su época en cuanto a vestimenta. Joder qué colores
usaba el colega. Era el descojone total de la chavalería.
Otro que tal bailaba -este bailaba menos-,
era El Langui. El amigo de los niños. Un cojo motorizado, pero no con una silla
de ruedas automática de las de ahora. No.
Era un carrito azul oscuro, y llevaba en la
mitad del carrito, una barra, que más parecía un booggie playero, que un
carrito de impedido.
Los yonkis se subían al carrito, y aquello
parecían unas maniobras del Ejército de Tierra, en Dios sabe dónde.
Y la pila de personajes que había en la
plazoleta -la plazo- para los que allí vivíamos.
Otro era El Mono. Un tal Miguel. Ese, desde
la valla que había detrás de la casa de La Loca ( sí, la que salía con un palo
cuando pegábamos los balonazos en la pared exterior de su salón ), se tiraba
directamente al árbol que daba a la calle de al lado.
Definitivamente a la loca que ya venía de
serie, la desquiciamos nosotros bastante más.
Supongo que le llamarían el mono por eso, o
por los monos posteriores que sufrió, cuando vendió aquella Ossa en Duro tan
chula que tenía.
También estaba El Barry, pero no el White,
sino otro.
Esta semana pasada, estaba detrás de mí en
el cajero, y según salían los pocos talegos que tengo, me pregunté : ¿ no
querrá el menda darme un palo ?.
Fue que no. Ya no tiene ni media hostia mal
dá. Supongo que el trullo no le sirvió de mucho. Me miró como conociéndome,
pero pasé de él. No tiene sentido, ni nunca lo tuvo.
Y es que el daño que hizo el caballo blanco
fue bestial.
Secándome el cuerpo, he apagado a los
Rolling, y me he sentido mejor.
Prefiero a los AC/DC . Son más sanos, igual
que éramos de chavales.