Lo primero que he hecho, ha sido visitar el
stand próximo a Kortilandia y ya de paso, firmar contra los desahucios y contra
el cierre del parque de bomberos de la zona.
Hablando con el responsable que estaba al
cargo del tema de las firmas, hemos tenido unas impresiones bastante parecidas,
por no decir iguales en toda forma y modo.
Hemos llegado al acuerdo de que habiendo más
de dos millones de firmas, no se conseguirá nada, al igual que más de dos
millones y medio se manifestaron por el mismo motivo, y tampoco se consiguió
nada.
Y hemos coincidido lo suficiente, para saber
que tristemente hasta que no haya muertos por medio, no se conseguirá nada.
Hasta ahora la gente ha agachado la cabeza,
pero el nivel de deterioro, de hastío, de desesperanza, es tal, que muchos ( y
cada vez más ), al verse sin tener nada que perder, no se van a conformar solo
con suicidarse.
Antes de ello, se llevarán a unos cuantos
por delante, e incluso con la organización suficiente, recobrarán la esperanza
perdida, y les dará igual morir. Siempre y cuando esa muerte la encuentren en
la lucha, nunca será una vida perdida.
Después de despedirme de tan amable persona,
no me quedaba mas opción que pasar por enésima vez, por el emblema consumista
por excelencia en Madrid en plena Navidad:
Kortilandia, Kortilandia, vamos juntos a
comprar…
Muñequitos,
florecillas y gnomitos de color rojo animando a los niños que cuando sean
mayores, comprobarán el mismo nivel de hastío que tenemos todos.