miércoles, 28 de diciembre de 2011

Homenaje a Las Musas

    Cuando aparecen las musas de la inspiración, no se las puede dejar escapar...Solo que ellas son tan efímeras, y se van tan pronto como han llegado.
    Esos instantes son sublimes. Si pudiera cogerlas con los dedos de la mano, no se escaparían. El problema, es que no tienen materia. Intentas cogerlas, y se te escapan de entre los dedos. Algún día, sueño, no con cogerlas, sino con que estén un tiempo más conmigo. Las noto, están conmigo, y hacen que todo lo que escribo o pinto, sea perfecto.
   Recuerdo que cuando me visitaban al tocar la batería, el momento -los momentos- en que aparecían, eran indescriptibles. Prefería estar solo, sin ningún otro músico.
   Los toques de platos, se convertían automáticamente en una reverberación del tiempo.
   Un Zildjian hecho a mano, y tocado en el punto justo, llegaba a sonar durante un minuto.
   Un minuto en el que escuchabas su sonido, y no existía nada parecido.
   Los turcos saben mucho de percusión.
   Cada toque, cada ritmo, cada sonido que sale de la caja, del bombo, y de los timbales, tiene un poder, que ningún otro instrumento puede dar. Es el Poder.
   Algo inherente al ser humano que de forma inconsciente, vibra y bota al unísono, con un mismo ritmo. Con un mismo fin.
   De forma ancestral, desde lo alto del escenario, ves a la gente botar al ritmo que tú les pones, y es tan excitante, que creo que es un sentido tan antigüo, tan arcaico, como la vida misma.
   No existe nada comparable a esta descripción. Cada cosa en su sitio, impresiones fuertes, vivencias también muy fuertes, pero esta experiencia, por más que quiera plasmarla, es indescriptible.
   Soñé con ello cuando era muy jovencito, y la experiencia física, fue igual o incluso mejor al sueño que tuve.
   Otra prueba, de que las musas existen. Siempre han estado ahí.