Desde luego, qué bien se lo montan los
creadores de videojuegos. Sabiendo de sobra, las esperanzas que tiene la gente
en vivir la vida, y todas las vidas que sean posibles, se les ocurrió la
brillante idea, de que cuando te matan en el juego, siempre tengas la
posibilidad de poder jugar otra vez. Todas las veces que necesites para poder
pasar las pantallas.
El caso es engancharte, para que compres la
2ª parte, y luego la 3ª, y sucesivas.
Antes, echabas cinco duros, y jugabas a los
marcianitos. Después vinieron las moscas. Pero cuando te habías dejado la pasta
y ya te sabías el truco, con cinco pavos, pasabas la tarde. Hasta que te
aburrías.
Luego vino el
Pac-Man, y el Tetris.
No era nada dañino. Adictivo sí, pero no te
daba por matar a gente de verdad.
Pero viendo cómo está el percal y escuchando
noticias del Imperio, no debe extrañar nada de lo que allí ocurre.
Mala combinación, es tener una mente débil,
acceso a las armas como el que compra a diario una barra de pan, y no tener ni
dos dedos de frente, para no poder distinguir entre un videojuego, y la
realidad.
Así ocurre, que cuando han pasado todas las
pantallas de un juego concreto, les da por coger las armas de verdad, y liarse
a tiros con el primero que pillan por el camino.
Un día aparece un colgao, que se ha cargado
a 14 chavales en un colegio. Otro día, uno que haciendo de francotirador, ha
sido reducido por los Hombres de Harrelson, después de matar a otras cinco
personas que tuvieron la mala suerte de pasar por esa calle.
Definitivamente, la sociedad está
gilipollas. Bienvenidos al primer mundo.