sábado, 21 de abril de 2012

Desesperanza

   Voy andando por una calle. Está anocheciendo. La calle está llena de charcos. Ha llovido muy recientemente. Las luces son mortecinas y casi no se ve. Cables que cuelgan de las fachadas.
   Observo que el asfalto es casi inexistente. Los edificios a ambos lados de la calle son antiguos, feos, sin vida, oscuros, las fachadas están desconchadas a veces a punto de caerse, a pedazos.
   Oigo ruidos de pasos detrás de mí. Veo a un tipo de unos 30 años, vestido de negro resoplando, escupiendo.
   Va acelerando sus pasos. Yo intento no mojarme los pies, pero es casi imposible, hay demasiados charcos.
   El tipo vestido de negro me adelanta y llegamos al final de la calle.
   Al final, la calle se corta en seco. Solo hay dos opciones : izquierda o derecha. Elijo la de la derecha, ya que escucho ruidos de coches. La opción de la izquierda lleva a otra calle sin fin, pero desanimada por completo, aunque su asfalto está algo mejor que la calle que dejo.
   Aparecen unos montículos en los que acaba el asfalto.
   Subo por el pequeño promontorio, y donde antes deberían haber tuberías, éstas ya no están. Quedan zanjas vacías.
   Hay tres chavales más jóvenes que yo, que me preguntan qué hago ahí.
   Les explico que me he perdido, no solo de calle, sino de ciudad. ¿ Qué ha ocurrido ? ¿ Cómo he llegado hasta aquí ?.
   El tipo de negro también se para a hablar con ellos, y por fin me explican lo que había pasado.
   El país se había empobrecido a un ritmo tan rápido como inexorable. Para nosotros no quedaba nada.
   Les pregunto que de donde sale ese ruido de coches .Esos pocos coches que se escuchan, son de los pocos que quedan. Los pocos que todavía pueden permitirse el gran privilegio, de tenerlos. Yo no los veo .Debo salir de allí.
   Estamos cercados por alambradas, y no podemos salir de esa especie de gueto vacío, solo y maloliente.
   No hay comida, ni esperanza de encontrarla. No hay mas que desesperanza y sinrazón.