lunes, 5 de noviembre de 2012

La pesadilla de la desesperación


   Tengo frío. Mucho frío. Amanezco durmiendo en la acera donde vivían mis padres.
Con una sábana y un edredón bastante fino, pero en la calle.
   Los coches aparcados son viejos. El sol les ha desgastado el color. Están desvencijados.
Sale un joven corriendo de un furgón blanco, con un móvil en la mano junto con los auriculares.
Se lo acaba de robar al otro, que afortunadamente puede dormir dentro.  Al menos todavía es afortunado. Tiene un "techo".
   Me desperezo para ir camino del albergue, para ver si este día nos dan algo para engañar las tripas.
Malas noticias :
   A partir de hoy se cobran 13,65. La desesperación. ¿ De dónde saco 13,65 para alimentar a mi familia ?.
   Un señor bastante mas acostumbrado que yo, me dice que en otro albergue es mas barato. Unos 7,50 aunque está mas lejos. Pero merece la pena.
   Entramos  dentro, y hay caos.  Peleas por la comida. Bancos atestados de gente famélica y sucia. Aunque nosotros no estamos mucho mejor que los demás que allí se encuentran.
  Dicen que los sueños, sueños son. Eso espero, pero cada día que pasa vamos a peor y el túnel es demasiado largo. Muchos quedarán en ese túnel sin llegar a ver la luz.

1 comentario:

  1. No logro entender la pasividad de la juventud, o gran parte de ella...¿creen acaso que los padres o los abuelos pueden seguir repartiendo lo poco que ya tienen?

    La solidaridad familiar tenga probablemente un único límite, pero éste llega a ser infranqueable pues se trata de que los recursos de una pequeña, cuando no mísera jubilación ya no dan para más...

    En otros tiempos asumíamos la posibilidad de morir de un 'tiro al aire', realmente era así, ¿éramos unos locos desprensivos?. Entonces no ibamos obligados por el hambre. Pensándolo fríamente, es probable que el ansia de libertad sea mas fuerte que la necesidad biológica de comer...

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